Aquí va a encontrar una serie de textos cortos con unas actividades para realizar, primeramente, de forma individual. Están diseñadas para favorecer el debate. Claro queda que es el-la docente quien decide.

No están confeccionadas para seguir un orden. Son temáticas distintas. Tampoco están diseñadas para un nivel concreto de la Secundaria. Hay algunos textos que pueden usarse en el bachillerato.

Están pensadas para 1 o 2 horas de clase, en función del debate que susciten.

El objetivo fundamental es reflexionar sobre la igualdad entre hombres y mujeres a partir del análisis de ideas poco complicadas.

Sé que quedan temas fuera, pero mi objetivo es tratar temas que pueden ser cercanos a la adolescencia.

1.¿Qué es el feminismo?

Cuestionar la desigualdad.

Cada libro sobre feminismo propone su propia definición del mismo; esta diversidad es su fortaleza pero también uno de sus mayores retos. La mayoría de las definiciones comparten la convicción de que hombres y mujeres, niñas y niños, deberían ser tratados de forma igualitaria. Sin embargo, no se trata de defender que hombres y mujeres sean iguales, ni siquiera que las mujeres sean iguales unas a otras. Se trata de que todos y todas debemos ser tratados con justicia y respeto. Tiene que ver, pues, con la igualdad de derechos y de oportunidades para todos  y todas.

La lucha feminista.

El feminismo es acción. Es un movimiento que pretende fomentar cambios sociales positivos y que está logrando grandes éxitos, transformando la sociedad a todos los niveles. Muchas mujeres de todo el mundo ya tienen derecho a voto, acceso a la educación y una mayor representación en los medios de comunicación, pero sigue quedando mucho camino por recorrer. Si bien se está avanzando en muchos de los objetivos del feminismo, aún no se han cumplido todos. Mujeres de diferentes lugares del mundo deben afrontar grandes dificultades a diario, e incluso en el mundo desarrollado la pobreza, el hambre, el analfabetismo y la violencia siguen siendo problemas muy presentes para muchas.

Celebrar la diferencia.

Las pensadoras feministas suelen centrarse en la interacción entre género, raza, discapacidades, sexualidad, clase social y poder para afirmar que el feminismo es relevante para todo el mundo. Consideran los aspectos compartidos por todas las experiencias femeninas, pero teniendo siempre en cuenta las diferencias, en términos de identidades, experiencias personales y formas de privilegio. Es un mito que las feministas crean que las mujeres deberían tener más poder que los hombres. De hecho, el cambio social feminista beneficia a todas las personas, pues busca liberar tanto a mujeres como a hombres de roles de género restrictivos. Por tanto, feminista es toda persona que lucha por la igualdad, que desafía los prejuicios, la discriminación y el sexismo. ¡Debería ser un orgullo declararse feminista!

Actividades.

a) Da tu propia definición de feminismo.

b) Completa la siguiente frase: soy feminista porque………………………………………

c) ¿Por qué decimos que el feminismo es acción?

d) ¿Tiene sentido ser feminista en la actualidad? ¿Por qué?

e) ¿Todas las mujeres del mundo se enfrentan a los mismos problemas? Explícate.

2.El patriarcado.

La creación del patriarcado.

Una de las principales ideas del feminismo es que vivimos en un patriarcado, es decir, en una sociedad que valora más a los hombres que a las mujeres y donde los hombres ostentan el poder y las mujeres están ampliamente excluidas del mismo.

Las feministas afirman que a lo largo de la historia las sociedades humanas han sido en su mayoría patriarcales. En La creación del patriarcado (1986), la historiadora feminista Gerda Lerner investigó cómo se han ido imponiendo los hombres en el curso de la historia. Su tesis central es que no se trata de una situación natural, sino meramente circunstancial. Según esta historiadora, el patriarcado surgió hace miles de años como una forma de control masculino de la reproducción y de la transmisión de la propiedad por vía paterna.

¿El patriarcado sigue vigente hoy en día?

En un patriarcado, los hombres no solo acaparan el poder en la familia, sino también en toda la sociedad en su conjunto, pues las instituciones sociales niegan a las mujeres el acceso al poder. Dichas instituciones también se encargan de transmitir los valores del Estado, influyendo en nuestra concepción del mundo.

La feminista Sylvia Walby planteó en 1990 que existen seis “estructuras básicas” que apuntalan el patriarcado: el hogar, la familia, el trabajo asalariado, la política, la cultura, la violencia y la gestión de la sexualidad. Un breve vistazo a cualquiera de estos ámbitos evidencia hasta qué punto las desigualdades persisten hoy en día. En el mundo laboral, por ejemplo, el derecho legal a la igualdad salarial no ha logrado acabar con la brecha de género en esta materia; y en el ámbito doméstico, siguen siendo las mujeres las que llevan a cabo la mayor parte de las tareas. Sin embargo, hay feministas que critican este concepto de patriarcado, porque da a entender que todos los hombres se benefician por igual de la opresión a las mujeres. Por ejemplo, la feminista estadounidense conocida como  bell hooks (Gloria Jean Watkins) sostiene que algunos hombres sufren una mayor opresión patriarcal que algunas mujeres. Por otro lado, muchas mujeres han sido fuertemente educadas en un pensamiento y unas prácticas sexistas.

¿Los tiempos cambian?

A pesar de llevar ya más de cien años de labor feminista, muchas mujeres mantienen que seguimos viviendo en un mundo dirigido por hombres, donde las mujeres aún están relegadas a un plano secundario. La feminista Beatrix Campbell plantea que nuestra actual economía “glocal (Glocalización es un término que nace de la composición entre globalización y localización y que se desarrolló inicialmente en la década de 1980 dentro de las prácticas comerciales de Japón. El concepto procede del término japonés "dochakuka" (derivada de dochaku, “el que vive en su propia tierra”) ha propiciado el resurgimiento de lo que denomina una “era de neopatriarcado”, donde las crecientes desigualdades sociales se alían con el sexismo para oprimir a las mujeres. Esta investigadora mantiene, por tanto, que, aunque en el siglo XX el feminismo había comenzado a influir en la sociedad, el poder patriarcal se ha reafirmado por otras vías y muchos avances han sufrido un retroceso.

Actividades.

1.Da una definición de patriarcado.

2.¿Cómo surge el patriarcado según Lerner?

3. ¿Estás de acuerdo con que vivimos en una sociedad patriarcal? Razona tu respuesta.

4.¿Cuáles son las seis estructuras de las que habla Walby?

5. ¿Podemos decir que en la actualidad persisten las desigualdades?  ¿Podrías poner algún ejemplo?

3. Vivir sin hombres.

En la década de 1970, la segunda ola feminista comenzó a cuestionar las relaciones entre mujeres y hombres. En una sociedad patriarcal donde se oprime a las mujeres mediante instituciones masculinas, incluyendo entre ellas las estructuras de la familia tradicional, ¿es posible que las mujeres mantengan relaciones igualitarias con los hombres?

Lo sexual también es político.

En 1970, la feminista australiana Germaine Greer provocó un terremoto social al desafiar la dominación masculina en la familia tradicional occidental. En su libro La mujer eunuco, Greer argumenta que las mujeres deben rechazar los roles que se les adjudican como esposas y madres y tomar el control de su propia vida. Esto condujo a otras feministas a cuestionar también sus relaciones con los hombres. Ese mismo años, Kate Millet, en su libro Política sexual, sugirió que todas las relaciones entre hombres y mujeres son relaciones de poder, que la sociedad se basa en los estereotipos de la mujer sometida y el macho dominante, y que esta es la base de instituciones sociales clave, como el matrimonio, la religión o la educación. Millet señala que la maternidad, la crianza y el control de la natalidad resultan cruciales para mantener la opresión de la mujer. Pero esta dimensión política queda oculta porque las instituciones patriarcales presentan estas relaciones como “naturales”.

¿Heterosexualidad obligatoria?

Para algunas, la forma de evitar participar en la desigualdad de género consiste en rechazar la heterosexualidad en sí misma, lo que la feminista estadounidense Marilyn Frye denominó “separatismo”. En 1979. El British Leeds Revolutionary Feminist Group acuñó el término “lesbianismo político”. Plantea que las mujeres deben desvincularse de toda relación social y sexual con los hombres, sin que esto suponga necesariamente mantener relaciones sexuales con mujeres.

Estas ideas las planteó la poeta feminista Adrienne Rich en su ensayo La heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana (1980). Rich sugiere que la heterosexualidad no tiene por qué ser la opción más natural para una mujer, sino que se trata más bien de una imposición social. La sociedad convence a la mujer de que el matrimonio resulta inevitable, apoyándose en la ·ideología del romance heterosexual”: historias que siempre acaban con un final feliz, como en los  cuentos infantiles, en las películas  de Hollywood o en las canciones pop. En estas historias también se enseña a la mujer que las amistades entre mujeres no son tan importantes como el amor romántico heterosexual y que el lesbianismo es una desviación; de hecho, se suele representar a las demás mujeres como rivales en competición por el afecto del hombre.

El “continuum lesbiano”.

Para contrarrestar estos relatos, Rich propone la idea del “continuum lesbiano”, que sería como una línea en la cual toda mujer puede situarse, entre el lesbianismo político en un extremo y el otro extremo para aquellas mujeres que prefieran desarrollar todas sus relaciones, tanto sexuales como políticas, con otras mujeres. En otras palabras, Rich cree que toda mujer es una lesbiana en potencia.

Sin embargo, este feminismo lesbiano no tuvo una amplia aceptación. En 1969, la feminista Betty Friedan acusó a las lesbianas de constituir una “amenaza violeta” a la respetabilidad del feminismo. Otras feministas también criticaron a Rich por idealizar el lesbianismo e ignorar las opresiones que también tenían que sufrir muchas lesbianas.

Actividades.

1.¿Crees que sigue existiendo el macho dominante? ¿Por qué?

2.¿Piensas que las lesbianas siguen en desventaja?

3.¿Siguen pensando las mujeres actuales que deben casarse? ¿Por qué?

4.¿Qué opinas del amor romántico?

5. ¿Crees que la educación es una institución que mantiene las desigualdades? Razona tu respuesta.

4.“Girl POWER”.

En 1996, la expresión girl power estaba en boca de todo el mundo. Procedente del movimiento punk, esta nueva corriente del feminismo arraigó rápidamente en la cultura popular. Viene a demostrar que las chicas pueden ser divertidas, independientes y controlar su propia vida. Pero este mensaje de poder femenino ¿ha logrado realmente empoderar a las mujeres?

Angry girls (“chicas malas”).

Unos años antes de la aparición del girl power, surgieron en Estados Unidos una serie de artistas y músicas punk. Uno de los grupos más destacados fue Guerrilla Girls, un colectivo de artistas activistas feministas formado en 1985. Diseñaban carteles impactantes para denunciar las desigualdades de género y de raza, como la escasez de mujeres negras en las galerías de arte.

A comienzos a de la década de 1990, surgió otro influyente movimiento en la escena punk estadounidense. Conocido como Riot Grrrl, publicó su propio manifiesto y sus fanzines, en los que abordaron temas clave para las mujeres, como los trastornos alimentarios, las relaciones y los abusos sexuales.

Aparecieron también otros cómics y fanzines por y para mujeres, como Girl Power y Girl  Germs, que se convirtieron en símbolos populares de este movimiento de “chicas malas”. Bandas musicales como Bikini Kill abanderaron la causa para promover un resurgimiento del feminismo, pero los grandes medios de comunicación se volvieron contra ellas debido a sus escandalosas tácticas.

Las “chicas picantes”.

Entonces irrumpieron las Spice Girls. Sus canciones desenfadas sobre la amistad entre mujeres tal vez  no traten temas de tanto peso como otras bandas femeninas, pero sí llegaron a públicos muy amplios. Las Spice Girls se convirtieron además en unas de las pocas bandas exclusivamente femeninas en una escena musical hasta entonces básicamente poblada por bandas de chicos. Mientras la “spicemanía” subía como la espuma, el activismo de las Riot Grrrl fue derivando hacia planteamientos más populares y divertidos.

¿Nuevos aires para el feminismo?

Muchas feministas criticaron a las Spice Girls, acusándolas de reforzar los estereotipos machistas sobre el aspecto femenino. Esta banda formaba parte de una derivación más amplia de la tercera ola del feminismo, denominada “feminismo de pintalabios”. Este nuevo feminismo pretende conciliar un aspecto sexy con un mensaje de poder femenino. El resultado es un fenómeno muy popular, pero también criticado por estar muy vinculado al consumismo.

Hoy en día ya hay muchas artistas feministas en primera línea de la escena, como Beyoncé. Con todo, la subcultura punk también se ha propagado mucho, como  hemos podido ver en las acciones de la banda punk feminista rusa Pussy Riot.

Actividades.

1.¿Por qué crees que hay gente que cuando piensa en las feministas piensa en mujeres amargadas?

2. ¿Crees que es importante la imagen que dan los medios de comunicación de las mujeres? Explícate.

3. ¿Se puede ser feminista y sexy?

4.¿Crees que chicos y chicas tienen opiniones distintas de las feministas? Explícate.

5. ¿Podrías hacer un dibujo referente a las chicas malas?

5. Sexismo cotidiano.

El sexismo es el prejuicio que se basa en el sexo, habitualmente dirigido contra las mujeres y las niñas. Los comportamientos y actitudes sexistas refuerzan los roles de género estereotípicos. El sexismo cotidiano incluye desde la discriminación de alguien por su sexo hasta el acoso sexual en la calle o en el lugar de trabajo.

Cultura sexista.

Muchas mujeres y niñas tienden a minimizar su propia experiencia frente al sexismo, a menudo porque no reconocen ciertos comportamientos como sexistas. En 2012, la activista británica Laura Bates fundó el Proyecto Sexismo Cotidiano (Everyday Sexism Project) con la intención de cambiar dicha tendencia. El proyecto comenzó con una página web en la que mujeres y niñas podían compartir sus experiencias, tras lo cual pronto se hizo evidente que los comportamientos sexistas son preocupantemente habituales. Estas actitudes tienen lugar en la calle, los colegios, las universidades, el trabajo, la política e internet. El sexismo puede ser intencionado o no, pero comportamientos como ignorar a las mujeres en reuniones, usar el pronombre de “él” cuando hablamos de profesionales, olvidarse de las mujeres a la hora de los ascensos en las empresas u obligarlas a ajustarse a códigos de vestimenta sexistas contribuyen a respaldar y normalizar la cultura sexista.

¿De quién son las calles?

La académica australiana Raewyn Connell considera el acoso callejero como el refuerzo de la idea de que los espacios públicos son espacios masculinos, en los que las mujeres no deben sentirse bienvenidas a menos que acaten las normas. Así, las mujeres  constituyen mercancías para el entretenimiento y placer de los hombres. Si bien, a menudo, dichos comportamientos se consideran triviales, muchas feministas creen que el acoso callejero debe entenderse como control masculino sobre el cuerpo de la mujer, y actúa como mecanismo para crear una sociedad que tolera y normaliza el acoso y el abuso sexual.

El sexismo, un viejo conocido.

Los descubrimientos del proyecto de Bates no son nuevos. En 1989 la escritora Joan Smith publicó Misogynies, una colección de ensayos que ejemplificaban las numerosas maneras en que las mujeres se encontraban con el sexismo a diario. Casi treinta años más tarde, el trabajo de Bates ha revelado lo poco que han cambiado las cosas. Las tasas de condena por los pocos casos de violación que se denuncian son todavía bajas, la televisión aún se deleita con la violencia contra las mujeres y los anuncios y las revistas siguen mostrándolas con imágenes sexualizadoras. Smith opina que actualmente el odio hacia las mujeres está más generalizado que nunca.

¡Basta ya!

Cuando las mujeres son conscientes del sexismo al que se enfrentan, ya no pueden aceptarlo como “normal”. Redes sociales como Twitter están ofreciendo una plataforma en la que las mujeres pueden contar sus historias para que se las escuche a una escala sin precedentes.

Sexismo en los colegios.

El Proyecto Sexismo Cotidiano descubrió que a las niñas en los colegios les cuesta mucho hacer frente al acoso sexual. Laura Bates argumenta que esto se debe a la fuerza tremenda de los estereotipos de género. Cuando los chicos hacen comentarios, a veces de tipo sexual, sobre el aspecto de las chicas, estas los normalizan argumentando que “los chicos son así”

Actividades.

1.¿En tu centro, durante el recreo, el pabellón sigue estando ocupado principalmente por los chicos? ¿Por qué sucede esto?

2. Da tu propia definición de sexismo y pon un ejemplo.

3. ¿Has notado que por las noches las chicas si van solas y ven un grupo de chicos en la misma acera, cambian de acera?

4. ¿Por qué los padres y madres se preocupan más por las hijas cuando salen de noche que cuando lo hace su hijo?

5. Los piropos ¿dignifican o humillan a las mujeres?

6. ¿Son IGUALES el hombre y la mujer?

El cuerpo importa.

 Por lo general, los hombres suelen ser más altos, pesar más y tener más pelo que las mujeres, además de las obvias diferencias reproductivas: los hombres tienen testículos y pene; las mujeres, ovarios, vagina, pecho y caderas más anchas. Se suele pensar  en el cuerpo del hombre y el de la mujer como claramente clasificables en dos categorías bien diferenciadas, si bien en realidad existen numerosos solapamientos: muchas mujeres tienen abundante vello facial y muchos hombres pechos prominentes, por ejemplo, Al final, son sobre todo las normas sociales las que acentúan las diferencias entre mujeres y hombres, por ejemplo mediante la presión social para que las mujeres se depilen el vello corporal.

Las chicas son diferentes.

Tal vez la diferencia más obvia entre el cuerpo masculino y el femenino sea su distinto papel en la reproducción. Para la mayoría de las chicas, la pubertad supone el comienzo de la menstruación como preparación para un posible embarazo y parto. La tendencia más radical de la segunda ola del feminismo vio, de hecho, en la maternidad una fuente de opresión para la mujer. La feminista Shulamith Firestone sugiere, en 1970, que las características biológicas de la mujer la han situado en inferioridad de condiciones con respecto al hombre, debido a la dependencia que tiene de este en momentos como el embarazo, el parto y la crianza de los hijos e hijas. Firestone plantea que la tecnología, como el control de la natalidad y la reproducción artificial, pueden facilitar la liberación de la mujer, de manera que “las diferencias genitales entre seres humanos ya no tengan ninguna importancia cultural".

Sin embargo, no solo se la utilizado la maternidad para controlar a las mujeres en numerosas culturas, los tabúes en torno a la menstruación también restringen su libertad de movimientos, incluso hoy en día. Algunas de las grandes religiones prohíben a las mujeres acudir al templo mientras tengan la regla, y en algunos casos incluso les impiden entrar en la cocina, tocar a otras personas o dormir junto a ellas, o ir al colegio durante esos días.

Esencialismo biológico.

Hay quien piensa que ciertas diferencias percibidas entre géneros- atributos que suelen asociarse a cada uno, como la seguridad y el liderazgo al hombre y la empatía a la mujer- son resultado de las diferencias biológicas entre la mujer y el hombre. Esto es lo que conoce como “esencialismo biológico”. Las feministas suelen rechazar con firmeza este planteamiento, pues supone considerar los “rasgos masculinos” y los “rasgos femeninos” como innatos, argumento que se ha usado a menudo para justificar la subordinación de la mujer. Así pues, muchas feministas prefieren adoptar lo que se conoce como “enfoque constructivista”: considerar las diferencias de género como una construcción social, un producto de la sociedad.

Fuerte….como una chica.

La feminista estadounidense Iris Marion Young plantea que, aunque efectivamente haya diferencias físicas entre hombres y mujeres, estas pueden haberse exagerado tras años de usar nuestro cuerpo de manera diferente. Se enseña a las niñas que son frágiles y vulnerables, por lo que normalmente no llegan a aprovechar todo su potencial físico.

Actividades.

1.¿Puedes dar tu propia definición del esencialismo biológico?

2. ¿Y poner un ejemplo del  enfoque constructivista?

3.Depilarse, ¿ es una moda o una necesidad?

4. ¿Por qué están mal vistas que mujeres que deciden no ser madres? ¿Cuál es tu opinión?

5.¿Tener cuerpos distintos es motivo para tener derechos  y oportunidades distintos? Explícate.

7.  Neurosexismo.

A veces hombres y mujeres parecen tan diferentes que bien podrían pertenecer a especies distintas. Esta idea de que piensan y sienten de manera diferente está profundamente arraigada en nuestra sociedad, pero ¿existe realmente una mente masculina y una mente femenina?

 ¿Tiene género el cerebro?

Ciertamente, existen algunas diferencias fisiológicas entre el cerebro masculino y el femenino. De media, el cerebro de los hombres es más grande y pesado que el de la mujer, pero también hay áreas cerebrales específicas que son diferentes. El córtex cerebral (responsable de facultades como el lenguaje o la inteligencia) suele ser más grueso en las mujeres, mientras que el hipocampo (responsable de la memoria) es más grande en los hombres. No obstante, los investigadores siguen sin tener claro si tales diferencias afectan realmente a la forma de comportarse de unos y otras.

Un tema polémico.

 Algunos psicólogos han sugerido que las diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer producen diferentes rasgos caracterológicos; por ejemplo, los hombres tienden a ser más competitivos y las mujeres más maternales. Otros aseguran que los hombres tienen en general mejor conciencia espacial y habilidades numéricas, mientras que las mujeres son mejores en ámbitos como la comunicación y la empatía.

No obstante, todas estas ideas son siempre objeto de controversia. Aunque sí parece que mujeres y hombres obtienen resultados diferentes en determinadas tareas cognitivas, no hay evidencias de que esto sea debido a diferencias cerebrales innatas. La idea de que exista algo parecido a un cerebro típicamente masculino y uno femenino se denomina “neurosexismo”.

No hay dos iguales.

En 2015 la psicóloga israelí Daphna Joel llevó a cabo una investigación que ha demostrado que hay más similitudes que diferencias entre el cerebro de la mujer y el del hombre. Su equipo analizó 1.400 escáneres cerebrales y halló 29 zonas que parecían diferentes. Sin embargo, la mayoría de los cerebros mostraban una combinación única de ambos tipos de características, por lo que, obviamente, no podían identificarse como pertenecientes a un sexo en concreto. Joel llegó a la conclusión de que el cerebro humano no puede ser categorizado en dos tipos diferentes.

Neuroplasticidad.

El intento de encontrar vínculos entre las diferencias en las estructuras cerebrales y el comportamiento se complica aún más por el hecho de que el cerebro de una persona cambia a lo largo de su vida, en función de sus experiencias. Esta idea se conoce como “neuroplasticidad”. Lise Eliot, profesora de neurociencia, ha explorado  esta idea y sugiere que las mínimas diferencias cerebrales entre niñas y niños se ven amplificadas por las expectativas culturales de comportamiento según el género. Los niños a los que se anima a jugar con puzles y juguetes de construcción tienden a desarrollar una mejor conciencia espacial que las niñas que juegan con muñecas.

El peligro de los mitos.

En definitiva, no sabemos si las leves diferencias cerebrales entre hombres y mujeres tienen alguna influencia en su comportamiento. Las feministas llevan tiempo planteando que los rasgos de personalidad que asociamos a los hombres- como la agresividad- o a las mujeres- como la empatía- no son inherentemente masculinos o femeninos, sino el resultado de vivir en una sociedad que recompensa en los hombres ciertos rasgos que, sin embargo, penaliza en las mujeres.

Actividades.

1.¿El cerebro es un órgano unisex? Explícate.

2. ¿Qué es el neurosexismo?

3.¿Crees que todos los chicos son agresivos por naturaleza? ¿Por qué?

4. ¿Crees en el instinto maternal? Explícate.

5.¿Qué es la neuroplasticidad?

8. ¿Las niñas NACEN O SE HACEN?

Buena parte de lo que nos hace ver a alguien como hombre o mujer no tiene nada que ver con su sexo sino con su género, esto es, el modo en que cada persona se presenta a sí misma. Cuando Simone de Beauvoir afirmó en 1949 “no se nace mujer, se llega a serlo”, estaba abriendo el camino a las teóricas feministas, que desde entonces empezarían a analizar si el género es algo innato o aprendido.

Sexo, género, sociedad.

En El segundo sexo, la feminista francesa Simone de Beauvoir planteó que son los hombres los que construyen la sociedad, por lo que el concepto de “mujer” lo comprendemos a través de sus ojos. Así, lo masculino es la norma privilegiada y lo femenino se convierte en lo marginado o “lo otro”. De Beauvoir se refería a nuestros conceptos de hombre y mujer no solo como cuerpos físicos, sino todo lo que hace que los percibamos como masculino o femenino. Y sostenía que las ideas sobre lo que convierte a una persona en hombre o mujer son una creación social.

Sexo y género.

Las feministas de la segunda ola indagaron en esta idea del género como una cualidad independiente del sexo. Este haría referencia a las categorías biológicas diferenciadas de “macho” y “hembra”, basadas en cromosomas, hormonas y órganos sexuales; el género, por su parte, describiría la “masculinidad” o “feminidad” en función de sus diferencias culturales y sociales (su comportamiento, sus gestos y su modo de presentarse). Con el tiempo, el género como concepto se fue distanciando del sexo físico y se entendía más como un aprendizaje y una influencia social que como algo innato. A esta idea se la denominó “construcción social” de género. La socióloga británica Ann Oakley, en 1972, sugería que la cultura occidental tiende a exagerar las diferencias de género y que deberíamos pensar en este como en todo más que como dos opuestos binarios.

Construir el género.

Las feministas han demostrado las múltiples maneras en que el género se construye a través de la ropa y los peinados que llevamos, las aficiones y los trabajos que preferimos y los nombres que nos ponen nuestros padres. Todo esto viene determinado por la cultura. Las feministas sostienen que son estas clasificaciones las que establecen las diferencias entre los sexos. Judith Butler, teórica estadounidense, ve el género como algo “performativo” que no se basa en “esencia” biológica alguna sobre lo que es ser un hombre o una mujer, sino que es algo que construimos en nuestras interacciones sociales y que, en última instancia, se convierte en algo natural. En este sentido, el género es algo que hacemos, más que algo con lo que nacemos.

Más allá del género binario.

Si pensamos en el género de esta manera podemos ver que hombres y mujeres pueden expresar cualidades masculinas y femeninas. Asimismo, si el género es una construcción social, también lo son las relaciones de poder desiguales. Si reconocemos esto, será posible transformar la sociedad y aproximarnos a la igualdad.

“Bacha Posh”

En zonas de Afganistán, un país en el que los niños son símbolo de prestigio social y gozan de privilegios negados a las niñas, como el acceso a la educación, las familias a veces educan a sus hijas como hijos. El Bacha posh (“disfrazado de niño”) es una reacción a una sociedad que discrimina por género, pero también muestra que las trampas sociales asociadas al género tienen origen en la educación.

Actividades.

1.Explica la diferencia entre el sexo y el género.

2. Explica alguna idea de Simone de Beauvoir.

3. Pon un ejemplo de masculinidad y otro de feminidad.

4. ¿Las niñas nacen o se hacen?

5.¿Podemos decidir cómo expresar nuestro género? Explícate.

9.CHICAS  a las que las que les gustan las chicas.

Doble problema.

 En una sociedad patriarcal como la nuestra, las mujeres a las que les gustan otras mujeres pueden verse como una doble amenaza: por un lado van en contra de la “norma” heterosexual y, por otro, demuestran que la sexualidad femenina no existe solo para complacer las necesidades de los hombres.

Las feministas han señalado cómo la sociedad ha retratado a las lesbianas como desviadas, enfermas o pecadoras, con la intención de preservar la noción de “heterosexualidad obligatoria”. Muchos países a lo largo de la historia se han negado a reconocer la existencia del lesbianismo, y ha sido gracias a procesos judiciales históricos, y ha sido gracias a procesos judiciales históricos, como el juicio por obscenidad en 1928 a la escritora inglesa Radclyffe Hall, como el tema ha adquirido cierta notoriedad pública. En lo que se refiere al movimiento de las mujeres, las lesbianas han desempeñado un papel importante en el transcurso de la historia.

Identidades múltiples.

Las mujeres que se identifican como lesbianas pueden expresar su identidad de muchas maneras. A lo largo del siglo XX se han ido incorporando términos como butch y femme a la subcultura lesbiana. Algunas feministas ven en estas etiquetas una réplica restrictiva de los roles de género heterosexuales, pero otras sostienen que todas las identidades de género son construcciones sociales; no es que algunas sean “naturales” y otras, imitaciones. No todas las mujeres a las que les gustan otras mujeres son lesbianas. Muchas se identifican como bisexuales, pansexuales o de género fluido, y rechazan lo que consideran etiquetas rígidas. En ocasiones, las lesbianas y bisexuales femme se han encontrado con problemas para ver su sexualidad reconocida. En la década de 1990. El colectivo bisexual acuñó términos como “invisibilidad bisexual” o “borrado bisexual”, pues ni siquiera la comunidad LGTBQ consideraba que fueran verdaderamente queer. Pero las cosas están cambiando. Una encuesta de2017 realizada por Ditch the Label, una iniciativa contra el acoso, reveló que el 57% de las y los adolescentes consultados en Reino Unido y EE.UU decían no sentirse incluidos dentro de la definición tradicional de heterosexualidad.

Orgullo y prejuicio.

Por tanto, la situación para las parejas del mismo sexo sigue mejorando y muchos países, en la décadas de 2000 y 2010, aprobaron leyes que permitían el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Cada vez existen más ejemplos de lesbianas en televisión o en la gran pantalla. Sin embargo, las relaciones homosexuales entre hombres son todavía mucho más visibles que las femeninas en los medios de comunicación. Aunque los prejuicios sigan existiendo, la mayor visibilidad y la lucha activista están contribuyendo al reconocimiento de las relaciones entre mujeres.

Actividades.

1.¿Por qué crees que hay gente que sigue pensando que ser lesbiana es una enfermedad que hay que curar?

2.¿Estás mejor vista la homosexualidad masculina que la femenina? ¿Por qué?

3. ¿Qué opinas del género fluido?

4. ¿La homosexualidad supone un problema para la preservación dela especie? Razónalo.

5. ¿Crees que es importante que la gente forme grupos, asociaciones para defender sus derechos? ¿No sería mejor pasar desapercibidos?

10. Nuevas FAMILIAS.

¿Una familia perfecta?

Hace 50 años, la estructura familiar más habitual en Occidente era la familia nuclear: marido, esposa, hijas e hijos.. El sociólogo estadounidense Talcott Parsons veía en este modelo familiar uno de los pilares de nuestra sociedad para aprender los valores sociales adecuados. Sin embargo, las feministas denunciaron que esta estructura familiar era opresiva para las mujeres, pues se basaba en roles de género que las confinaban al hogar y las excluían del mundo laboral, consolidando así las desigualdades de género. La feminista francesa C. Delphy planteó que en las unidades familiares las esposas estaban siendo explotadas, pues se veían obligadas a realizar las tareas domésticas no remuneradas, por lo que dependían económicamente de sus maridos. Parsons también pasó por alto que su idealizado modelo familiar solo era real en el caso de una minoría compuesta (predominantemente) por parejas blancas, heterosexuales y de clase media. Siempre han existido otras formas de familia, pero no se consideraban tan recomendables o estables como la familia nuclear, prejuicio que ya ha quedado en entredicho al ir emergiendo nuevas propuestas familiares.

La crisis llega también a la familia.

A finales del siglo XX. La expansión del capitalismo vino acompañada de un incremento del paro y la pobreza. Esto, junto con las nuevas actitudes y leyes sobre el divorcio, provocó cambios radicales en el modelo familiar, según la socióloga estadounidense J. Stacey. La visión del hombre como sostén familiar y de la mujer como la que cocina fue perdiendo fuerza. Importantes cambios en los derechos de las mujeres concedieron a estas la libertad para retrasar el matrimonio y proseguir su carrera, un cambio también posibilitado por el control de la natalidad.

La familia posmoderna.

Puede que el divorcio haya aumentado en toda Europa y Estados Unidos desde los años setenta pero sigue existiendo  compromiso con los vínculos sociales del amor. La mayoría de las personas sigue queriendo tener vida familiar, aunque sea mediante nuevas formas de matrimonio y convivencia. Abundan también las familias reconstituidas, donde los hijos viven con un padrastro y una madrastra. Otra estructura familiar cada vez más común son las familias monoparentales. Las madre solteras siempre tuvieron mala prensa en el pasado, pero actualmente la sociedad ha aceptado la decisión de una mujer sin pareja de tener un hijo o una hija. Los cambios legales también han facilitado una mayor visibilidad social de las parejas homosexuales en algunas sociedades occidentales, y los estudios demuestran que los hijos criados por parte de padres o madres del mismo sexo logran un buen desarrollo social y académico. Tal vez las estructuras familiares estén cambiando, pero las personas siguen buscando una vida familiar en alguna de sus formas.

Actividades.

1.¿Es mejor que los  niños y las niñas se críen en familias “normales”? Razónalo.

2. ¿Qué diferencias fundamentales ves entre las familias nucleares y las nuevas familias?

3. ¿Todas las parejas deben tener hijos o hijas?  ¿Por qué?

4. ¿Las mujeres deben ser madres? ¿Y los hombres deben ser padres?

5. Señala las características fundamentales de una buena madre. Ahora las de un buen padre. A continuación compara ambas listas. ¿Qué conclusión sacas?

11. ¿Educación IGUALITARIA?

Los favoritos del profesorado.

Desde muy pronto, niñas y niños reciben un trato diferente en las aulas. El equipo de investigación formado por Myra Sadker, David Sadker y Karen R. Zittleman descubrió que el profesorado a menudo presta más atención a los chicos. También comprobaron que el personal docente emplea casi dos tercios del tiempo a atender a estos. Asimismo, el profesorado interrumpe de manera más habitual a las chicas y permite que los alumnos las corten cuando están hablando.

Sesgo de género.

Las interacciones que se dan dentro de las aulas sirven como refuerzo de los estereotipos de género que las y los adolescentes encuentran en los medios de comunicación. Las chicas reciben elogios por ser ordenadas, silenciosas y tranquilas, en tanto que los chicos obtienen reconocimiento si son independientes, activos y expresan sus opiniones. Algunas voces antifeministas a menudo argumentan que la mayor parte del profesorado está compuesto por mujeres y que esto puede suponer una desventaja para los alumnos, pero diferentes estudios han demostrado que tanto los profesores como las profesoras favorecen más a los chicos. Según investigaciones llevadas a cabo en EE.UU, cuando el alumnado no pone el nombre en los exámenes de matemáticas, las chicas obtienen mejores notas que los chicos. Pero si se conoce su identidad, ellos obtienen mejores notas. El sesgo por cuestiones de raza también puede tener influencia sobre el cuerpo docente. En EE.UU, por lo general, los chicos suspenden más asignaturas que las chicas, pero las alumnas negras suspenden el doble de asignaturas que los alumnos blancos y muchas más que el resto de las alumnas.

Materia CTIM.

Una de las claves de cómo el sesgo en las aulas puede afectar a las niñas se encuentra en la brecha de autoestima que existe en ciertas materias. Según los datos recopilados por la OCDE, en todos los países salvo en tres las chicas decían sentirse “incapaces a la hora de resolver un problema de matemáticas”, a pesar de que su capacidad era muy similar a la de los chicos. A la hora de elegir qué asignaturas estudiar, los alumnos habitualmente se inclinan por las disciplinas CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), mientras que ellas suelen preferir lengua, biología e idiomas. Es posible que la autoestima juegue un papel en todo esto. Aunque pueda parecer extraño, es en los países con los peores índices en cuanto a la igualdad de género donde se dan más licenciaturas de mujeres en materias CTIM. Algunos equipos de investigación  han sugerido que esto se puede deber a la presión que existe por obtener trabajos de altos ingresos para escapar de las desigualdades. El fomento de una educación libre de sesgos de género en los colegios podría alentar a chicas y chicos a responder a sus intereses sin tener que seguir caminos condicionados por el género.

Actividades.

1.¿Crees que en tu clase el profesorado presta más atención a los chicos que a las chicas? Explícate.

2.¿Sigue habiendo más chicos en dibujo técnico que chicas?

3. ¿Por qué el profesorado tiene asumido que los chicos son más “activos” que las chicas en clase?

4. Compara la mochila de clase de una chica y la de un chico. ¿Quién lleva  todos los libros y libretas? ¿Es diferente lo que lleva un chico en su estuche del estuche de una chica?

5. ¿Qué consejo le darías al profesorado para cambiar estas actitudes sesgadas?

12. Chicas pata TODO.

Actualmente en el mundo occidental trabajan más mujeres que nunca en empleos remunerados fuer de casa, pero lo cierto es que se siguen llevando la peor parte en las tareas del hogar. Un informe de la ONU de 2018 señala que las mujeres realizan 2,6 veces más trabajo doméstico no remunerado que los hombres.

El segundo turno.

En 1965, un estudio demostró que las mujeres dedicaban casi todo su tiempo a labores domésticas no remuneradas. Los hombres apenas contribuían en este ámbito. Hoy en día, muchas mujeres tienen trabajos a tiempo completo, a pesar de lo cual siguen asumiendo la mayoría de estas labores, además de la crianza de los hijos. Un estudio de 2017 ha demostrado que las mujeres siguen realizando muchas más labores domésticas, con independencia de su nivel de estudios o de ingresos. A escala mundial, las mujeres dedican una media de 4,5 horas diarias a este tipo de tareas, más del doble que los hombres. La socióloga A. Russell Hochschild ha llamado a esto “el segundo turno”.

El hogar es el lugar de trabajo de la mujer.

A lo largo de muchos siglos, se ha considerado que el lugar de la mujer era el hogar, pero antes de la Revolución Industrial del siglo XIX, para muchas personas el hogar era también un lugar donde se generaban ingresos (ya se tratara de una granja o de un taller doméstico), por lo que los hombres y mujeres solían trabajar codo con codo. Las tareas de cada cual tal vez fueran diferentes, pero todas eran actividades valiosas. La división de género se amplió con la industrialización, cuando el trabajo asalariado salió de los hogares para entrar en las fábricas. Los hombres asumieron entonces el papel de “sostén familiar”, mientras las mujeres seguían trabajando en el hogar. Su trabajo no remunerado pasó a ser percibido como menos valioso. Y aunque muchas mujeres también trabajaban en fábricas textiles, recibían un salario inferior.

Esta tendencia vino muy bien tanto a los hombres como a la economía. Y las mujeres se convirtieron así en las cuidadoras y gestoras del ámbito familiar sin ninguna remuneración a cambio, pero también en una fuerza de trabajo muy flexible. Esto quedó patente durante las dos guerras mundiales, cuando se reclamó la presencia de las mujeres en las fábricas de armamento, en el campo y como apoyo al ejército, pero en cuanto terminaron las contiendas fueron inmediatamente devueltas al hogar y sus empleos volvieron a manos de los hombres.

Remuneración del trabajo doméstico.

El reconocimiento del trabajo no remunerado de la mujer en el hogar también es una cuestión crucial para las feministas. En 1972, una campaña internacional iniciada en Italia comenzó a reclamar la remuneración del trabajo doméstico por parte del Estado. La marxista italiana Silvia Federici planteaba que este tipo de trabajo desempeñaba un importante rol social y que presentarlo como un “atributo  natural” de la mujer suponía infravalorarlo. Federici sostiene que las mujeres deberían exigir un sueldo justo por las labores del hogar. La crianza de los hijos e incluso el sexo para transformar la forma en que valoramos este tipo de trabajo.

Desigualdad de oportunidades.

Muchas feministas no coinciden con las ideas de Federici, argumentando que pagar a las mujeres por el trabajo de los cuidados de la casa no aborda el problema de la división sexual de estas actividades. El trabajo doméstico beneficia a toda la familia, pero puede resultar muy aislante e ingrato. Este segundo turno de trabajo genera, además, una “brecha de pobreza de tiempo” entre mujeres y hombres que reduce las oportunidades de la mujer para mejorar su formación y su carrera profesional. Habría que revalorizar el trabajo doméstico y los empleadores deberían ofrecer horarios laborales más flexibles, si bien, en última instancia, la solución es que las parejas compartan estas labores con la mayor igualdad posible.

Actividades.

1.¿Estás de acuerdo con Federici? ¿En qué? ¿Por qué?

2.¿Qué pasaría  si las mujeres dejaran de “hacer la casa”?

3. ¿Es bueno que las mujeres se queden en casa cuando los hijos y las hijas son pequeños? ¿Por qué?

4. ¿Se debería pagar un sueldo a las amas de casa? ¿Cuánto?

5. ¿Qué diferencia hay entre ayudar en las tareas y compartir las tareas?

13 ¿Es masculino el LENGUAJE?               

¿Es neutral el lenguaje?

La feminista Dale Spender escribió un libro sobre el género y el lenguaje, en 1980, en el que sostiene que el “lenguaje no es neutral”, sino que ha sido construido por el hombre. Las palabras y expresiones que utilizamos hoy en día fueron creadas en una cultura fuertemente centrada en el hombre y aún hoy siguen reflejando actitudes sexistas. ¿Alguna vez te has fijado en cómo nos referimos a un grupo mixto  como “ellos” y no como “ellas”? El lenguaje asume que los hombres son la norma y las mujeres son “las otras”. Por esto consideramos normal referirnos a una mujer con un término masculino, pero si nos referimos a un hombre con un término femenino nos parece despectivo.

Trabajos para ellas.

 Esta situación tiene repercusiones sobre la posición que ocupan las mujeres en el mercado laboral. Así, cuando una mujer desempeña un trabajo tradicionalmente reservado a los hombres, el uso de términos como “la juez” o “la médico” en lugar de usar sus formas femeninas (“jueza”, “médica”) implica que la opción por defecto es el hombre. En la actualidad, los términos genéricos neutros empiezan a imponerse en el uso, pero el arraigo del sesgo lingüístico a favor de los hombres es todavía evidente.

Palabras y género.

En 2013, la revista de negocios Fortune llevó a cabo un estudio en el sector eminentemente masculino de la industria tecnológica para saber si los jefes describían de manera diferente a los hombres y a las mujeres, para lo cual realizó un análisis de las evaluaciones de rendimiento. El estudio concluyó que, mientras que los hombres recibían críticas constructivas en las que se les pedía que desarrollaran determinadas habilidades, las mujeres recibían críticas más personales. Existen otros estudios que han arrojado resultados similares: ante el mismo comportamiento, a un hombre se le considera “seguro de sí mismo”, mientras que a la mujer se le describe de un modo más negativo con palabras como “brusca”, “chillona” o “mandona”.

¡Compórtate como una mujer!

Nuestro lenguaje está plagado de ejemplos en los que lo masculino se asocia con lo positivo (“¡Compórtate como un hombre!”) y lo femenino con lo negativo (“Corres como una niña”). La organización Lean In, fundada para empoderar a las empresarias, inició la campaña #BANBOSSY (“prohibir el término mandona”) para disuadir del uso de esta palabra negativa para referirse a líderes femeninos. El Women´s Media Center sugiere para este fin el uso de la norma de “reversibilidad”: si no dirías eso de un hombre, no lo digas de una mujer.

Actividades.

1. Busca ejemplos en tu lenguaje cotidiano del lenguaje sexista.

2.¿Qué te parecería usar “la humanidad” en lugar de “el hombre”? ¿Crees que es necesario?

3.¿Por qué una parte del profesorado habla de los alumnos de 3º y no del alumnado de 3º?

4.¿Es importante ir cambiando el lenguaje para que las mujeres se sientan incluidas? ¿O crees que no hace falta cambiar nada?

5.¿Qué opinas de que la gente diga que el peor enemigo de una mujer es otra mujer?

14.El ideal de BELLEZA.

Las feministas creen que la industria de la belleza genera ansiedad en las mujeres sobre su aspecto a través de las imágenes de belleza que crea. Las mujeres sienten una presión constante por estar a la altura de estos ideales y pueden sufrir de baja autoestima si sienten que no llegan a cumplirlos. La industria de la belleza obtiene beneficios vendiendo la idea de que, si compras sus productos, parecerás más delgada, más joven y más guapa.

El valor de una mujer.

La periodista y feminista estadounidense Naomi Wolf, en su libro El mito de la belleza (1990), afirma que para las mujeres no es innato el querer estar guapas ni para los hombres valorar la belleza por encima de todo. Lo que sucede es que la cultura en la que vivimos impone estrictos cánones de belleza que sirve para sostener el control social, político y económico sobre las mujeres. Según Wolf, antes de los años sesenta, el valor social de las mujeres dependía en gran medida del ámbito doméstico, mientras que ahora el mito de la belleza es la forma dominante de valor social. Las feministas consideran que la asociación que se establece entre belleza y feminidad tiene como objetivo oprimir a la mujer. En la construcción que supone el mito de la belleza, el cuerpo de la mujer se ha convertido en la prisión que fue el hogar en el pasado.

¿Quién define la belleza?

El ideal de belleza se ha ido modificando a lo largo de la historia, pero hoy en día en Occidente consiste en ser joven, delgada, blanca y sin discapacidad; aquellas mujeres cuyo cuerpo no coincide con estos ideales son objeto de menosprecio. Un gran número de las imágenes que vemos a diario en los medios de comunicación están retocadas, lo que genera unas representaciones que poco tiene que ver con la realidad. Esto es habitual en las páginas de las revistas de moda, pero también en redes sociales como Instagram, donde se pueden aplicar filtros para realzar el atractivo, reforzando así las ideas sobre “belleza” y “cuerpos perfectos”

¿Es la belleza sinónimo de control?

El mito de la belleza también está relacionado con los comportamientos. Así, la depilación del vello del cuerpo femenino está considerada como un atributo atractivo en la cultura occidental, mientras que para las feministas constituye otro método para controlar a las mujeres. Es más, en la actualidad no depilarse el vello corporal se interpreta a menudo como una toma de postura. A las mujeres con pelo en cualquier lugar de su cuerpo salvo en la cabeza se las etiqueta de “descuidadas”, “desarregladas” o “vulgares”, con la presión que esto supone para que cumplan con los cánones de belleza. El esfuerzo que supone estar a la altura es agotador, caro y requiere una gran inversión de tiempo. Ese tiempo que las mujeres dedican a preocuparse por su aspecto, no lo están ocupando en desarrollar su potencial de otro modo. Wolf utiliza la expresión “conspiración cultural”; las mujeres que se sienten feas o mayores comprarán productos que no necesitan, y aun así se seguirán sintiendo inferiores o ineptas, ya que cumplir con los cánones de belleza es una meta imposible de alcanzar. Wolf comprobó que cuanto más se ha liberado la mujer, más se ha incrementado la presión para ajustarse a los rígidos ideales de belleza.

Estar guapa.

Para Wolf el origen del problema se encuentra en la falta de elección. Las niñas y las mujeres pueden llevar maquillaje y depilarse las piernas para expresar su feminidad, pero no deberían estar constreñidas por los cánones perjudiciales de belleza que establecen que la única manera de estar guapa es ser delgada, tener la piel clara y no sufrir discapacidad. Cada vez más voces de mujeres se alzan contrala imposición que suponen los ideales de belleza, y como consecuencia de dichos posicionamientos, así como del poder de compra de las mujeres, algunas marcas de ropa han decidido dejar de retocar las imágenes de sus modelos. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer. Desmantelar los cánones tradicionales de belleza no significa que las mujeres deban deshacerse de las cuchillas y el maquillaje. Las feministas defienden que es necesario redefinir el concepto de belleza y que no hay ningún problema en hacerlo con los labios pintados.

Actividades.

1.¿Conoces a muchos chicos que se maquillen?¿Y muchas chicas?

2.¿Qué opinas de la gordofobia?

3.¿Se sienten presionadas las mujeres por el ideal de belleza?

4. Los chicos han empezado a depilarse hace poco tiempo, ¿por qué?

5.¿Las chicas se visten según la moda? ¿Y los chicos? ¿Por qué?

15. La IMAGEN.

¿Qué aspecto tengo?

El aspecto de la mujer recibe tanta atención en la sociedad actual que puede llegar a afectar a su salud y autoestima. En 1978, la psicoterapeuta S. Orbach escribió un libro donde sugiere que hay mujeres que comen en exceso como reacción a la presión de la sociedad para que sean “perfectas”. Orbach cree que las mujeres se suelen esforzar por ser delgadas para adaptarse a las ideas dominantes de atractivo y éxito, pero para algunas engordar se convierte en una forma de evitar la competitividad y de esquivar las insinuaciones sexuales. Muchas mujeres, no obstante, debido a la presión de mantener siempre un aspecto delgado acaban en un círculo vicioso de dietas y atracones compulsivos. Las industrias de la nutrición y del fitness son muy conscientes de todo esto, por lo que hacen caja aprovechando las inseguridades de las mujeres en torno a su cuerpo, mientras la publicidad y los medios perpetúan su infelicidad con las imágenes que difunden. Susan Bordo, investigadora estadounidense, plantea que las dietas ya están tan normalizadas en nuestra cultura que muchas adolescente sanas están tratando de emular las imágenes imposibles que ven por todas partes. Y este deseo de delgadez afecta a niñas y niños cada vez más jóvenes. UN estudio realizado Common Sense Media (2015) en Estados Unidos demuestras que, a los siete años, 1 de cada 4 niñas y niños ya ha seguido alguna dieta. En los casos más extremos, las dietas acaban conduciendo a pensamientos obsesivos e incluso a depresiones: además incrementan el riesgo de desarrollar algún desorden nutricional, como la anorexia o la bulimia.

Positividad corporal.

Sin embargo, a pesar de toda esta “cultura de la dieta”, últimamente la diversidad corporal está ganando cada vez más aceptación social. Cada vez hay más chicas que se inspiran en mujeres fuertes del deporte, en “modelos XXL”, como Ashley Graham y en famosos de las redes sociales que usan el hashtag #bodypositivism. Incluso la muñeca Barbie se vende ya con cuatro complexiones corporales diferentes.

Actividades.

1. Describe lo que la gente piensa que es una mujer perfecta.

2. Haz lo mismo con un hombre perfecto.

3. Compara, piensa y debate con tus compis las dos listas.

4. ¿Podríamos exigirles a las tiendas de ropa para jóvenes que ampliaran su tallaje? ¿Valdría de algo?

5. ¿Cómo podemos mejorar nuestra autoestima?

16.REDES sociales.

Las redes sociales y la realidad.

Las redes sociales se han convertido en una parte esencial de nuestras vidas. Según una investigación llevada a cabo en 2017 por el Instituto de Política Educativa del Reino Unido (EPI), más de un tercio de las y los adolescentes británicos de quince años pasan como mínimo seis horas al día conectados a internet. Las plataformas de redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram son espacios en los que las y los usuarios comparten sus experiencias a través de dichas aplicaciones. Esta práctica puede constituir una experiencia positiva y permite a las personas conectarse con otras con las que comparten intereses. Sin embargo, la investigación realizada por el EPI demuestra, a su vez, una correlación entre las horas empleadas en las redes sociales y ciertos efectos negativos en el bienestar. En las redes sociales, la valía de una persona se mide por el número de seguidores que tiene o la cantidad de “me gusta” que recibe una entrada, lo que puede provocar cierta ansiedad o baja autoestima. La feminista inglesa Laura Bates rebautizó, en 2016, las plataformas de redes sociales como “Fitter” (“más en forma”), “Fakebook” (“libro falso”) y “Instaglam” para recordarnos que mucho de lo que ocurre en internet no refleja la realidad.

Activismo a golpe de clic.

Muchas personas también utilizan las redes sociales para el activismo. Conecta a la gente, construye comunidad y proporciona un espacio en el que las personas marginadas pueden ser ellas mismas. Con las redes sociales se ha facilitado la amplificación de los mensajes, ya que los espacios virtuales son fácilmente accesibles y todo el mundo se siente con el mismo derecho a opinar, a diferencia de lo que sucede en otro tipo de medios. Las redes sociales también han dado lugar a una nueva generación de “activistas del clic”, que utilizan dichos medios como arma para luchar por la igualdad, Un ejemplo temprano de esto sucedió en 2012, cuando la alumna de un colegio de Maine (EE.UU), Julia Blum, realizó un llamamiento a firmar una petición en Change. org que finalmente convenció a la revista Seventeen de que dejara de retocar las imágenes de sus modelos. Ahora mismo muchas mujeres utilizan el activismo del hashtag para realizar campañas de sensibilización, conseguir apoyos y forzar a empresas y gobiernos a cambiar el modo en que tratan a las mujeres. En India, una campaña virtual lanzada en 2013 contribuyó a persuadir al Gobierno indio para que introdujese leyes más estrictas frente a las violaciones. En 2017, las mujeres de Afganistán hicieron uso de las redes sociales para desprestigiar a un alto oficial de ejército que exigía favores sexuales a sus compañeras, a partir de lo cual fue expulsado del ejército.

Ciberacoso.

Desgraciadamente, algunas de las mujeres que han comenzado campañas virtuales han sufrido represalias. Los trols de internet buscan silenciar a las mujeres a través del uso de un lenguaje intimidatorio. Un ejemplo podría  ser el de la periodista francesa Anaïs Condomines, que recibió amenazas de muerte y violación tras escribir un reportaje sobre un foro antifeminista de videojuegos. Sin embargo, los trols no siempre se salen con la suya. Criola, un grupo defensor de los derechos humanos compuesto íntegramente por mujeres, lanzó la campaña “Racismo virtual, consecuencia real” en 2015, a raíz de que la meteoróloga afrobrasileña María Júlia Coutinho sufriera ciberacoso. Como resultado, la mayoría de los acosadores eliminaron sus cuentas en las redes sociales.

Actividades.

1.¿Qué opinas de la afirmación “las redes sociales son como una espada de doble filo?

2.¿Cuántas horas pasas conectado-a a internet?

3.¿Crees que son importantes los “ me gusta”?

4.¿Has participado en alguna campaña de internet? ¿Crees que sirven para algo?

5.¿Qué medidas se pueden tomar con los ciberacosadores?

17.¿Es siempre mala la PORNOGRAFÍA?

El porno en la era digital.

Pornografía es cualquier imagen o video de sexo explícito diseñado para excitar o estimular a la persona que lo ve. Puede oscilar entre el “porno blando”, que muestra cuerpos parcialmente desnudos, y el “porno duro”, que presenta actos más extremos. En la era de internet, la pornografía es más fácil de encontrar, a veces gratis, pero también se puede llegar a ella accidentalmente.

Antiporno.

Buena parte de la pornografía está dirigida a un público masculino y refleja a hombres que dominan a mujeres. Como resultado, algunas feministas sostienen que la pornografía oprime a las mujeres y promueve ideas poco realistas sobre el sexo: que las mujeres disfrutan con la violencia y no tienen poder alguno durante el sexo, y que los hombres pueden hacer lo que quieran con ellas. En 2010, la psicóloga Ana Bridges y su equipo descubrieron que el 82% de una selección de 304 escenas pornográficas conocidas mostraban como mínimo un acto de agresión física. También comprobaron que el objeto de dichas agresiones (en general la mujer) “a menudo mostraba placer o respondía de manera neutral a la agresión”. En 2015, la UNESCO concluyó que los hombres, después de consumir porno, sienten menos empatía y un mayor nivel de agresividad hacia las mujeres.

La activista antiporno Andrea Dworkin, en 1981, defendía que la pornografía celebraba la violación y el daño a la mujer. Sus ideas encendieron un debate entre feministas en el que algunas argumentaban que las actrices porno lo hacen porque quiere.

Feministas del positivismo sexual.

En la década de 1990 y 2000, algunas feministas comenzaron a repensarse la crítica a la pornografía. Muchas no se mostraban contrarias a esta como tal, sino a su representación irreal del sexo, que sobre todo estaba destinada a un público masculino. Por ello, plantearon que no había nada malo en la pornografía mientras se mirase el seco se forma sana y se hiciera teniendo en cuenta también los intereses de las mujeres. Las académicas británicas Clarissa Smith y Feona Attwood comprobaron que tanto hombres como mujeres utilizan el porno para explorar su sexualidad y explicaban que no hay nada vergonzoso en ello. Si una mujer disfruta viendo pornografía y los actores que intervienen reciben un salario justo y un trato igualitario, puede que no haya perjuicio alguno en ello.

Porno y juventud.

Algunas feministas se muestran preocupadas por que el porno se convierta en un modelo sexual a seguir y esto les lleve a desarrollar expectativas irreales en torno al sexo y las relaciones. Sin embargo, otras se preguntan si el consumo de porno siempre es negativo. La académica británica Me-John Barker y el educador sexual Justin Hancock sostienen que se ha exagerado los efectos nocivos del porno. Según ellos, el efecto del porno sobre la juventud es más complejo de lo que han sugerido los argumentos antiporno, ya que quienes lo consumen son capaces de someterlo a crítica con sus ideas previas sobre el sexo y las relaciones. Lo importante es ofrecer a la juventud una educación más exhaustiva e inclusiva en torno al sexo y las relaciones, pues la educación sexual actual es “escasa, tardía y demasiado biológica”. Si se enseña a la juventud un abanico más amplio de temas relacionados con el sexo, estará mejor preparada para las relaciones, tanto si ve porno como si no.

Actividades.

1.¿Crees que la pornografía degrada a las mujeres? Explícate.

2.¿Qué sabes de sexo? ¿Crees que es suficiente?

3.¿Estás a favor de la educación sexual en los centros educativos? ¿A partir de qué edad? ¿No sería mejor que fuera una cuestión de la familia?

4.¿Consumes porno?  ¿Desde cuándo?

5.¿Te produce algún problema hablar de este tema? ¿Por qué?

18.¿Puede un hombre ser FEMINISTA?

¡Por supuesto! Ser feminista significa creer en la igualdad entre los géneros. El feminismo es un movimiento en contra del sexismo, la explotación sexista y la opresión. El feminismo es para todos, con independencia del sexo, la raza y la clase.

La lucha por la igualdad.

Las feministas siempre han contado con aliados masculinos. En 1817, el filósofo J. Bentham se manifestó a favor de la libertad política de las mujeres en su Plan de Reforma Parlamentaria. Más adelante expresó que no veía ninguna razón para que las mujeres no tuvieran derecho al sufragio. En sus escritos políticos también abogó por el uso del término genérico neutro “persona” en lugar de “hombre”. Una generación más tarde, otro filósofo inglés, J. Stuart Mill, defendió la igualdad de sexos junto con su esposa, Harriet Tayllor Mill, cuyo ensayo La emancipación de las mujeres (1815) fue publicado con el nombre de él. Taylor Mill sostenía que las mujeres no deberían vivir en “ámbitos separados” de los hombres y que deberían poder acceder al trabajo fuera de casa.

Aliados masculinos.

Actualmente, la iniciativ#HeForShe lanzada por la organización ONU Mujeres anima a hombres y niños a implicarse en la campaña por la igualdad de género. En una entrevista concedida en 2016 el expresidente  de EE.UU Barack Obama citó el lema de la organización Fawcett Society, “así es un feminista”, y habló sobre las consecuencias positivas que tiene para todo el mundo la mejora de la vida de las niñas y las mujeres. Obama también apoyó el lanzamiento de la campaña It´s On US, que promovía la idea de que todas las personas debemos asumir la responsabilidad de posicionarnos en contra de la violencia sexual.

¿Feministas o aliados?

Algunas feministas, y algunos hombres, piensan que estos no deberían presentarse como feministas porque consideran que se trata de un movimiento por y para las mujeres, y que los hombres no tienen la posibilidad de renunciar a los privilegios de una sociedad patriarcal. Otras feministas piensan que, aunque muchos hombres pueden no sentirse cómodos dentro de la cultura del patriarcado en la que a los hombres se les exige que dominen a las mujeres, puede que les produzca miedo desembarazarse de los privilegios que esta les proporciona. Sin embargo, existen organizaciones como la neoyorquina A Call To Men que apuestan por la redefinición de la masculinidad como el único medio para crear un mundo mejor para niñas y mujeres. A Call to Men ofrece orientación a grupos de todo el país y de todos los ámbitos, con el objetivo de cambiar las actitudes sexistas hacia mujeres y niñas.

Actividades.

1.¿Qué actitudes debemos cambiar para ser más igualitarios e igualitarias?

2. ¿Crees que es  diferente el hombre de hace cincuenta años al hombre actual? ¿En qué?

3. ¿Eres feminista? ¿Por qué?

4. ¿Conoces alguna organización feminista?¿Cuál?

5.¿Crees que  tu entorno familiar facilita la igualdad?

(AA.VV. Feminismo es….  Penguin Random House .2019 Vicenta LLorca Darias)